miércoles, 30 de septiembre de 2009

Clase de religión, o de nada


Extracto de un reportaje original en El País.com


El primer día de curso, el escritor Eduardo Soto acudió al colegio público El Carmen de Cuenca para matricular a su hijo en segundo de Primaria. Inscribió al niño en Alternativa -dos horas lectivas a la semana- y preguntó a la jefa de estudios: "¿Qué va a hacer mi hijo durante estas dos horas?". "Nada", fue la respuesta. El padre quiso saber más, pero la profesora le cortó: "No podemos hablarles de ninguna cultura religiosa, ni repasar asignaturas, ni abordar actividades que supongan un refuerzo académico porque lo prohíbe la ley. Por eso no hacemos nada. Lo ha decidido el claustro para evitar problemas".

[...]

Es decir, estos niños están obligados por ley a salir de la clase en la que los otros escolares dan Religión y trasladarse a una sala con un profesor que no habla de ninguna materia porque de lo contrario -opinan los autores de la orden ministerial- les colocaría en situación de ventaja con respecto a los alumnos religiosos. Según el Ministerio de Educación, ésta es una buena fórmula para garantizar el derecho de los padres a que sus hijos no sean adoctrinados en una confesión religiosa. Pero muchos educadores consideran el modo en que se ha diseñado la alternativa como un disparate pedagógico.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Confucio (Filósofo chino)


Aprovechando que hoy se conmemora el aniversario del nacimiento de Confucio, aquí os dejo unas frases para reflexionar:

Frase atribuida a Jesús a mediados del siglo I:
"Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas." (Mateo 7:12)

Máxima de Confucio pronunciada unos 500 años antes:
"No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, ni te hagas a ti lo que no le harías a los demás." (Analectas de Confucio)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 6ª y última parte



El factor emocional

Como dije antes, no creo que la verdadera razón por la cual la gente acepta la religión tenga nada que ver con la argumentación. Se acepta la religión emocionalmente. Con frecuencia se nos dice que es muy malo atacar la religión porque la religión hace virtuosos a los hombres. Eso dicen; yo no lo he advertido. Conocen, claro está, la parodia de ese argumento en el libro de Samuel Butler, Erewhon Revisited. Recordarán que en Erewhon hay un tal Higgs que llega a un país remoto y, después de pasar algún tiempo allí, se escapa en un globo. Veinte años después, vuelve a aquel país y halla una nueva religión, en la que él mismo es adorado bajo el nombre de Niño Sol, que se dice ascendió a los cielos. Ve que se va a celebrar la Fiesta de la Ascensión y que los profesores Hanky y Panky se dicen que nunca han visto a Higgs, y esperan no verlo jamás; pero son los sumos sacerdotes de la religión del Niño Sol. Higgs se indigna y se acerca a ellos y dice: «Voy a descubrir toda esta farsa y a decir al pueblo de Erewhon que fui únicamente yo, Higgs, que subí en un globo.» Y le dijeron: «No puede hacer eso, porque toda la moral de este país gira en torno de ese mito, y si supieran que no subió a los cielos se harían malos»; y con ello le persuadieron para que se marchase silenciosamente.

Esa es la idea, que todos seríamos malos si no tuviéramos la religión cristiana. A mi me parece que la gente que la tiene es, en su mayoría, extremadamente mala. Existe este hecho curioso: cuanto más intensa ha sido la religión de cualquier periodo, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la crueldad y peores las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando los hombres realmente creían en la religión cristiana en toda su integridad hubo la Inquisición con sus torturas; hubo muchas desdichadas mujeres quemadas por brujas; y toda clase de crueldades practicadas en toda clase de gente en nombre de la religión. Uno halla, al considerar el mundo, que todo el progreso del sentimiento humano, que toda mejora de la ley penal, que todo paso hacia la disminución de la guerra, que todo paso hacia un mejor trato de las razas de color, que toda mitigación de la esclavitud, que todo progreso moral realizado en el mundo, ha sido obstaculizado constantemente por las iglesias organizadas del mundo. Digo deliberadamente que la religión cristiana, tal como está organizada en sus iglesias ha sido, y es aún, la principal enemiga del progreso moral del mundo.

Cómo las Iglesias han retardado el progreso

Se puede pensar que voy demasiado lejos cuando digo que aún sigue siendo así. Yo no lo creo. Basta un ejemplo. Serán más indulgentes conmigo si lo menciono. No es un hecho agradable, pero las iglesias le obligan a uno a mencionar hechos que no son agradables. [Supongamos que en el mundo actual una joven sin experiencia se casa con un sifilítico; en tal caso, la Iglesia Católica dice; «Este es un sacramento indisoluble. Hay que estar juntos durante toda la vida.» Y la mujer no puede dar ningún paso para no traer al mundo hijos' sifilíticos. Eso es lo que dice la Iglesia Católica. Yo digo que ésa es una diabólica crueldad, y nadie cuya compasión natural no haya sido alterada por el dogma, o cuya naturaleza moral no sea absolutamente insensible al sufrimiento, puede mantener que es bueno y conveniente que continúe ese estado de cosas.

Este no es más que un ejemplo. Hay muchos modos por los cuales, en el momento actual, la Iglesia, por su insistencia en lo que ha decidido en llamar moralidad, inflige a la gente toda clase de sufrimientos inmerecidos e innecesarios. Y claro está, como es sabido, en su mayor parte se opone al progreso y al perfeccionamiento en todos los medios de disminuir el sufrimiento del mundo, porque ha decidido llamar moralidad a ciertas estrechas reglas de conducta que no tienen nada que ver con la felicidad humana; y cuando se dice que se debe hacer esto o lo otro, porque contribuye a la dicha humana, estima que es algo completamente extraño al asunto. «¿Qué tiene que ver con la moral la felicidad humana? El objeto de la moral no es hacer feliz a la gente.»

El miedo, fundamento de la religión

La religión se basa, principalmente, a mi entender, en el miedo. Es en parte el miedo a lo desconocido, y en parte, como dije, el deseo de pensar que se tiene un hermano mayor que va a defenderlo a uno en todas sus cuitas y disputas. El miedo es la base de todo: el miedo de lo misterioso, el miedo de la derrota, el miedo de la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano. Se debe a que el miedo es la base de estas dos cosas. En este mundo, podemos ahora comenzar a entender un poco las cosas y a dominarlas un poco con ayuda de la ciencia, que se ha abierto paso frente a la religión cristiana, frente a las iglesias, y frente a la oposición de todos los antiguos preceptos. La ciencia puede ayudarnos a librarnos de ese miedo cobarde en el cual la humanidad ha vivido durante tantas generaciones. La ciencia puede enseñarnos a no buscar ayudas imaginarias, a no inventar aliados celestiales, sino más bien a hacer con nuestros esfuerzos que este mundo sea un lugar habitable, en lugar de ser lo que han hecho de él las iglesias en todos estos siglos.

Lo que debemos hacer.

Tenemos que mantenernos de pie y mirar al mundo a la cara: sus cosas buenas, sus cosas malas, sus bellezas y sus fealdades; ver el mundo tal cual es y no tener miedo de él. Conquistarlo mediante la inteligencia y no sólo sometiéndose al terror que emana de él. Todo el concepto de Dios es un concepto derivado del antiguo despotismo oriental. Es un concepto indigno de los hombres Ubres. Cuando se oye en la iglesia a la gente humillarse y proclamarse miserables pecadores, etc., parece algo despreciable e indigno de seres humanos que se respetan. Debemos mantenernos de pie y mirar al mundo a la cara. Tenemos que hacer el mundo lo mejor posible, y si no es tan bueno como deseamos, después de todo será mejor que lo que esos otros han hecho de él en todos estos siglos. Un mundo bueno necesita conocimiento, bondad y valor; no necesita el pesaroso anhelo del pasado, ni el aherrojamiento de la inteligencia libre mediante las palabras proferidas hace mucho por hombres ignorantes. Necesita un criterio sin temor y una inteligencia libre. Necesita la esperanza del futuro, no el mirar hacia un pasado muerto, que confiamos será superado por el futuro que nuestra inteligencia puede crear.

Bertrand Russell, 1927

jueves, 17 de septiembre de 2009

Apócrifos II - ¿Cristianismo homicida? Ananías y el hijo de Anás


Otro de los argumentos que suelen emplearse para desacreditar a los textos cristianos apócrifos frente a los canónicos es que en los primeros aparece un Jesús vengativo, que llega a castigar con la muerte a quien lo ofende. Sin embargo, una lectura completa de los textos canónicos, aquellos en los que según la Iglesia Católica se recoge solo la verdad revelada por Dios, encontramos que la muerte como castigo no es exclusiva de los textos apócrifos. Comparemos un episodio de la infancia de Jesús descrito en el evangelio apócrifo de Pseudo-Tomás con el relato que aparece en el texto canónico de los Hechos de los Apóstoles.

EL HIJO DE ANÁS (Apócrifo de Pseudo-Tomás)

Y el hijo de Anás el escriba estaba allí con José; tomó una rama de sauce e hizo que corriesen las aguas que Jesús había recogido. Y Jesús, viendo lo sucedido, se enfadó y le dijo: ¡Oh, malvado, impío e ignorante! ¿qué daño te han hecho los charcos y las aguas? mira, ahora quedarás seco como un árbol, y no darás ni hojas, ni raíces ni frutos. E inmediatamente el niño quedo seco. Y Jesús se marchó a la casa de José. Pero los padres del niño que había sido secado lo tomaron, lamentando su juventud, y lo llevaron ante José y le reprocharon el tener un hijo que hacía semejantes cosas.

ANANÍAS Y SU MUJER (Hechos 5: 1-11)

Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles. Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios». Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo ocurrido. Pedro le preguntó: «¿Es verdad que han vendido el campo en tal suma?». Ella respondió: «Sí, en esa suma». Pedro le dijo: «¿Por qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor? Mira junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti». En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron junto a su marido. Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de todos los que oyeron contar estas cosas.

El episodio descrito en el texto canónico es muy ilustrativo en cuanto a los orígenes del cristianismo ¿hay algo más parecido a lo que hoy llamamos sectas? Se insta a sus seguidores a vender sus bienes y entregar todos sus beneficios a la comunidad bajo amenaza de grandes desgracias mediadas por el Espíritu Santo, incluida la muerte.

En cuanto a los textos apócrifos, una cosa queda clara, durante los primeros siglos del cristianismo se escribieron numerosos relatos referidos a la vida de Jesús y se recopilaron numerosos dichos, parábolas y recomendaciones atribuidas a su persona, todo basado en leyendas, mitos, cuentos, rumores, etc, etc. Cuando llegó el momento en el que el cristianismo alcanzó una posición de privilegio en el Imperio Romano hubo necesidad de crear una figura de Jesús con unas características determinadas, para ello se seleccionaron los textos que podían servir a ese propósito y fueron nombrados por decreto verdad absoluta mientras que cualquier versión incómoda o extremadamente fabulosa fue descartada también por decreto. La figura de Jesús en la que hoy creen los cristianos es simplemente el resultado de ese trabajo de marketing realizado en el siglo IV.

martes, 15 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 5ª parte



El carácter de Cristo

Ahora tengo que decir unas pocas palabras acerca de un asunto que creo que no ha sido suficientemente tratado por los racionalistas, y que es la cuestión de si Cristo era el mejor y el más sabio de los hombres. Generalmente, se da por sentado que todos debemos estar de acuerdo en que era así. Yo no lo estoy. Creo que hay muchos puntos en que estoy de acuerdo con Cristo, muchos más que aquellos en que lo están los cristianos profesos. No sé si podría seguirle todo el camino, pero iría con Él mucho más lejos de lo que irían la mayoría de los cristianos profesos. Recuérdese que Él dijo: «Yo, empero, os digo, que no hagáis resistencia al agravio; antes, si alguno te hiriese en la mejilla derecha, vuelve también la otra.» No es un precepto ni un principio nuevos. Lo usaron Lao-Tsé y Buda quinientos o seiscientos años antes de Cristo, pero este principio no lo aceptan los cristianos. No dudo que el actual primer ministro2, por ejemplo, es un cristiano muy sincero, pero no les aconsejo que vayan a abofetearlo. Creo que hallarían que él pensaba que el texto tenía un sentido figurado.
Luego, hay otro punto que considero excelente. Se recordará que Cristo dijo: «No juzguéis a los demás si no queréis ser juzgados.» Ese principio creo que no se hallará en los tribunales de los países cristianos. Yo he conocido en mi tiempo muchos jueces que eran cristianos sinceros, y ninguno de ellos creía que actuaba en contra de los principios cristianos haciendo lo que hacia. Luego Cristo dice: «Al que te pide, dale: y no le tuerzas el rostro al que pretenda de ti algún préstamo.» Ese es un principio muy bueno. El presidente ha recordado que no estamos aquí para hablar de política, pero no puedo menos de observar que las últimas elecciones generales se disputaron en torno a lo deseable que era torcer el rostro al que pudiera pedirnos un préstamo, de modo que hay que suponer que los liberales y los conservadores de este país son personas' que no están de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, porque, en dicha ocasión, se apartaron definitivamente de ellas. Luego, hay otra máxima de Cristo que yo considero muy valiosa, pero que no es muy popular entre algunos de nuestros amigos cristianos. Él dijo: «Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes y dáselo a los pobres.» Es una máxima excelente, pero, como dije, no se practica mucho. Considero que todas estas máximas son buenas, aunque un poco difíciles de practicarse. Yo no hago profesión de practicarlas; pero, después de todo, no es lo mismo que si se tratase de un cristiano.

Defectos en las enseñanzas de Cristo

Concediendo la excelencia de estas máximas, llego a ciertos puntos en los cuales no creo que uno pueda ver la superlativa virtud ni la superlativa bondad de Cristo, como son pintadas en los Evangelios; y aquí puedo decir que no se trata de la cuestión histórica. Históricamente, es muy dudoso el que Cristo existiera, y, si existió, no sabemos nada acerca de Él, por lo cual no me ocupo de la cuestión histórica que es muy difícil. Me ocupo de Cristo tal como aparece en los Evangelios, aceptando la narración como es, y allí hay cosas que no parecen muy sabias. Una de ellas es que Él pensaba que Su segunda venida se produciría, en medio de nubes de gloria, antes que la muerte de la gente que vivía en aquella época. Hay muchos textos que prueban eso. Dice, por ejemplo: «No acabaréis de pasar por las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre.» Luego dice: «En verdad os digo que hay aquí algunos que no han de morir antes que vean al Hijo del hombre aparecer en el esplendor de su reino»; y hay muchos lugares donde está muy claro que Él creía que su segundo advenimiento ocurriría durante la vida de muchos que vivían entonces. Tal fue la creencia de sus primeros discípulos, y fue la base de una gran parte de su enseñanza moral. Cuando dijo: «No andéis, pues, acongojados por el día de mañana» y cosas semejantes, lo hizo en gran parte porque creía que su segunda venida iba a ser muy pronto, y que los asuntos mundanos ordinarios carecían de importancia. En realidad, yo he conocido a algunos cristianos que creían que la segunda venida era inminente. Yo conocí a un sacerdote que aterró a su congregación diciendo que la segunda venida era inminente, pero todos quedaron muy consolados al ver que estaba plantando árboles en su jardín. Los primeros cristianos lo creían realmente, y se abstuvieron de cosas como la plantación de árboles en sus jardines, porque aceptaron de Cristo la creencia de que la segunda venida era inminente. En tal respecto, evidentemente, no era tan sabio como han sido otros, y desde luego, no fue superlativamente sabio.

El problema moral

Luego, se llega a las cuestiones morales. Para mí, hay un defecto muy serio en el carácter moral de Cristo, y es que creía en el infierno. Yo no creo que ninguna persona profundamente humana pueda creer en un castigo eterno. Cristo, tal como lo pintan los Evangelios, sí creía en el castigo eterno, y uno halla repetidamente una furia vengativa contra los que no escuchaban sus sermones, actitud común en los predicadores y que dista mucho de la excelencia superlativa. No se halla, por ejemplo, esa actitud en Sócrates. Es amable con la gente que no le escucha; y eso es, a mi entender, más digno de un sabio que la indignación. Probablemente todos recuerdan las cosas que dijo Sócrates al morir y lo que decía generalmente a la gente que no estaba de acuerdo con él. Se hallará en el Evangelio que Cristo dijo: «¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo será posible que evitéis el ser condenados al fuego del infierno?» Se lo decía a la gente que no escuchaba sus sermones. A mi entender este no es realmente el mejor tono, y hay muchas cosas como éstas acerca del infierno. Hay, claro está, el conocido texto acerca del pecado contra el Espíritu Santo: «Pero quien hablase contra el Espíritu Santo, despreciando su gracia, no se le perdonará ni en esta vida ni en la otra». Ese texto ha causado una indecible cantidad de miseria en el mundo, pues las más diversas personas han imaginado que han cometido pecados contra el Espíritu Santo y pensado que no serían perdonadas en este mundo ni en el otro. No creo que ninguna persona un poco misericordiosa ponga en el mundo miedos y terrores de esta clase.

Luego, Cristo dice: «Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles, y quitarán de su reino a todos los escandalosos y a cuantos obran la maldad; y los arrojarán en el horno del fuego: allí será el llanto y el crujir de dientes.» Y continúa extendiéndose con los gemidos y el rechinar de dientes. Esto se repite en un versículo tras otro, y el lector se da cuenta de que hay un cierto placer en la contemplación de los gemidos y el rechinar de dientes', pues de lo contrario no se repetiría con tanta frecuencia, Luego, todos ustedes recuerdan, claro está, lo de las ovejas y los cabritos; cómo, en la segunda venida, para separar a las ovejas y a los cabritos dirá a éstos: «Apartaos de mi, malditos: id al fuego eterno.» Y continúa: «Y éstos irán al fuego eterno.» Luego, dice de nuevo: «Y si es tu mano derecha la que te sirve de escándalo o te incita a pecar, córtala y tírala lejos de ti; pues mejor te está que perezca uno de tus miembros, que no el que vaya todo tu cuerpo al infierno, al fuego que no se extingue jamás.» Esto lo repite una y otra vez. Debo declarar que toda esta doctrina, que el fuego del infierno es un castigo del pecado, es una doctrina de crueldad. Es una doctrina que llevó la crueldad al mundo y dio al mundo generaciones de cruel tortura; y el Cristo de los Evangelios, si se le acepta tal como le representan sus cronistas, tiene que ser considerado en parte responsable de eso.

Hay otras cosas de menor importancia. Está el ejemplo de los puercos de Gadar, donde ciertamente no fue muy compasivo para los puercos el meter diablos en sus cuerpos y precipitarlos colina abajo hasta el mar. Hay que recordar que SI era omnipotente, y simplemente pudo hacer que los demonios se fueran; pero eligió meterlos en los cuerpos de los cerdos. Luego está la curiosa historia de la higuera, que siempre me ha intrigado. Recuerdan lo que ocurrió con la higuera. «Tuvo hambre. Y como viese a lo lejos una higuera con hojas, encaminose allá por ver si encontraba en ella alguna cos-a: y llegando, nada encontró sino follaje; porque no era aún tiempo de higos; y hablando a la higuera le dijo: "Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti"... y Pedro... le dijo: "Maestro, mira cómo la higuera que maldijiste se ha secado."» Esta es una historia muy curiosa, porque aquella no era la época de los higos, y en realidad, no se puede culpar al árbol. Yo no puedo pensar que, ni en virtud ni en sabiduría, Cristo esté tan alto como otros personajes históricos. En estas cosas, pongo por encima de Él a Buda y a Sócrates.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Apócrifos I - Los pájaros de barro y la higuera seca


Hace tiempo participé en un blog en el que se comparaba el tratamiento que se da a las mujeres en el judaismo, el cristianismo y el islam. En mi comentario cité los pasajes del Nuevo Testamento que aparecen en el post sobre el machismo de las religiones. Una de las participantes en ese blog contestó diciendo que para ella esas afirmaciones no eran realmente de San Pablo (el supuesto autor de esos libros) sino que eran falsamente atribuidas a él. Yo expresé mi sorpresa por su capacidad para discernir que partes de un mismo libro correspondían a su supuesto autor y cuales eran añadidos de otros (que curiosamente coincidían con aquellas que no le gustaban), del mismo modo que aquellos "sabios" del siglo IV habían decretado que textos sobre Jesús y los primeros cristianos debían aparecer en el Nuevo Testamento, dada su inspiración divina, y cuales no. Su respuesta fue igualmente sorprendente ya que para ella una de las principales razones para descartar la credibilidad de los evangelios apócrifos es que en ellos Jesús hace milagros inútiles y superficiales. Supongo que, una vez más, nos encontramos ante una cristiana que no ha leído la Biblia. Para demostrarlo comparo a continuación un pasaje del Evangelio apócrifo de Pseudo Tomás y un pasaje del Evangelio de Marcos (que también aparece en el de Mateo).

LOS PÁJAROS DE BARRO (Apócrifo de Pseudo-Tomás)

El niño Jesús, cuando tenía 5 años, estaba jugando en la orilla de un arroyo; acumulaba el agua de la corriente en charcos y la volvía clara inmediatamente y hacía que le obedeciese con una sola palabra suya. Habiendo hecho algo de arcilla, modeló doce gorriones. Era sábado cuando hizo estas cosas. Y había muchos otros niños jugando con Él. Un judío, viendo lo que Jesús estaba haciendo, jugar durante el sábado, fue inmediatamente donde su padre José y le dijo, tu hijo está en el arroyo, y a tomado arcilla, y ha hecho doce pájaros con ella, y ha profanado el sábado. Y José, llegando al lugar y viendo aquello, le gritó diciendo ¿por qué haces el sábado lo que no esta permitido hacer? y Jesús dando palmas gritó a los gorriones diciéndoles: ¡marchaos! y los gorriones volaron y se fueron llorando. Y los judios se maravillaron viendo esto y fueron a contárselo a sus jefes.

LA HIGUERA SECA (Marcos 11: 12-22) (Mateo 21:19-21)

Al día siguiente, saliendo ellos de Betania, sintió hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; acercándose a ella, no encontró más que hojas; es que no era tiempo de higos. Entonces le dijo: «¡Que nunca jamás coma nadie fruto de ti!» Y sus discípulos oían esto. [...]. Y al atardecer, salía fuera de la ciudad. Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz. Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca.» Jesús les respondió: «Tened fe en Dios».

¿Cuál de los dos milagros es más inútil y superficial? ¿echar a volar doce pájaros de barro o secar una higuera por no dar higos fuera de temporada?

sábado, 12 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 4ª parte



El argumento del plan

El paso siguiente nos lleva al argumento del plan. Todos conocen el argumento del plan: todo en el mundo está hecho para que podamos vivir en él, y si el mundo variase un poco, no podríamos vivir. Ese es el argumento del plan. A veces toma una forma curiosa; por ejemplo se argüyó que los conejos tienen las colas blancas con el fin de que se pueda disparar más fácilmente contra ellos. Es fácil parodiar este argumento. Todos conocemos la observación de Voltaire de que la nariz estaba destinada a sostener las gafas. Esa clase de parodia no ha resultado tan desatinada como parecía en el siglo XIII, porque, desde Darwin, entendemos mucho mejor por qué las criaturas vivas se adaptan al medio. No es que el medio fuera adecuado para ellas, sino que ellas se hicieron adecuadas al medio, y esa es la base de la adaptación. No hay en ello ningún indicio de plan. Cuando se examina el argumento del plan, es asombroso que la gente pueda creer que este mundo, con todas las cosas que hay en él, con todos sus defectos, fuera lo mejor que la omnipotencia y la omnisciencia han logrado producir en millones de años. Yo realmente no puedo creerlo. Creen que, si tuvieran la omnipotencia y la omnisciencia y millones de años para perfeccionar el mundo, no producirían nada mejor que el Ku-Klux-Klan o los fascistas? Además, si se aceptan las leyes ordinarias de la ciencia, hay que suponer que la vida humana y la vida en general de este planeta desaparecerán a su debido tiempo: es una fase de la decadencia del sistema solar; en una cierta fase de decadencia se tienen las condiciones y la temperatura adecuadas al protoplasma, y durante un corto período hay vida en la vida del sistema solar. La luna es el ejemplo de lo que le va a pasar a la tierra; se va a convertir en algo muerto, frío y sin vida.

Me dicen que este criterio es deprimente, y que si la gente lo creyese no tendría ánimo para seguir viviendo. Eso es una tontería. Nadie se preocupa por lo que va a ocurrir dentro de millones de años. Aunque crean que se están preocupando por ello, en realidad se engañan a sí mismos. Se preocupan por cosas mucho más mundanas aunque sólo sea una mala digestión; pero nadie es realmente desdichado al pensar lo que le va a ocurrir a este mundo dentro de millones de años. Por lo tanto, aunque es una triste opinión el suponer que va a desaparecer la vida —al menos, se puede pensar así, aunque, a veces, cuando contemplo las cosas que hace la gente con su vida, es casi un consuelo—, no es lo bastante para hacer la vida miserable. Sólo hace que la atención se vuelva hacia otras cosas.

Los argumentos morales de la deidad

Ahora llegamos a una fase más allá en lo que yo llamaré la incursión intelectual que los teístas han hecho en sus argumentaciones, y nos vemos ante los llamados argumentos morales de la existencia de Dios. "Saben, claro está, que antiguamente solía haber tres argumentos intelectuales de la existencia de Dios, los cuales fueron suprimidos por Kant en la Critica de la Razón Pura; pero no bien había terminado con estos argumentos cuando encontró otro nuevo, un argumento moral, que le convenció. Era como mucha gente: en las materias intelectuales era escéptico, pero en las morales creía implícitamente en las máximas que su madre le había enseñado. Eso ilustra lo que los psicoanalistas ponen tanto de relieve: la fuerza inmensamente mayor que tienen en nosotros las asociaciones primitivas sobre las posteriores.

Kant. como dije, inventó un nuevo argumento moral de la existencia de Dios, el cual en diversas formas fue extremadamente popular durante el siglo XIX. Tiene toda clase de formas. Una de ellas es decir que no habría bien ni mal si Dios no existiera. Por el momento no me importa el que haya o no una diferencia entre el bien o el mal: esa es otra cuestión. Lo que me importa es que, si se está plenamente convencido de que hay una diferencia entre el bien y el mal entonces uno se encuentra en esta situación: ¿esa diferencia se debe o no al mandato de Dios? Si se debe al mandato de Dios, entonces para Dios no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no tiene significado la afirmación de que Dios es bueno. Si se dice, como hacen los teólogos, que Dios es bueno, entonces hay que decir que el bien y el mal deben tener un significado independiente del mandato de Dios, porque los mandatos de Dios son buenos y no malos independientemente del mero hecho de que Él los hiciera. Si se dice eso, entonces hay que decir que el bien y el mal no se hicieron por Dios, sino que son en esencia lógicamente anteriores a Dios. Se puede, claro está, si se quiere, decir que hubo una deidad superior que dio órdenes al Dios que hizo este mundo, o, para seguir el criterio de algunos gnósticos —un criterio que yo he considerado muy plausible—, que, en realidad, el mundo que conocemos fue hecho por el demonio en un momento en que Dios no estaba mirando. Hay mucho que decir en cuanto a esto, y no pienso refutarlo.

El argumento del remedio de la injusticia

Luego hay otra forma muy curiosa de argumento moral que es la siguiente: se dice que la existencia de Dios es necesaria para traer la justicia al mundo. En la parte del universo que conocemos hay gran injusticia, y con frecuencia sufre el bueno, prospera el malo, y apenas se sabe qué es lo más enojoso de todo esto; pero si se va a tener justicia en el universo en general, hay que suponer una vida futura para compensar la vida de la tierra. Por lo tanto, dicen que tiene que haber un Dios, y que tiene que haber un cielo y un infierno con el fin de que a la larga haya justicia. Ese es un argumento muy curioso. Si se mira el asunto desde un punto de vista científico, se diría: «Después de todo, yo sólo conozco este mundo. No conozco el resto del universo, pero, basándome en probabilidades, puedo decir que este mundo es un buen ejemplo, y que si hay injusticia aquí, lo probable es que también haya injusticia en otra parte». Supongamos que se tiene un cajón de naranjas, y al abrirlas la capa superior resulta mala; uno no dice: «Las de abajo estarán buenas en compensación.» Se diría: «Probablemente todas son malas); y eso es realmente lo que una persona científica diría del universo. Diría así: «En este mundo hay gran cantidad de injusticia y esto es una razón para suponer que la justicia no rige el mundo; y en este caso proporciona argumentos morales contra la deidad, no en su favor.» Claro que yo sé que la clase de argumentos intelectuales de que he hablado no son realmente los que mueven a la gente. Lo que realmente hace que la gente crea en Dios no son los argumentos intelectuales. La mayoría de la gente cree en Dios porque les han enseñado a creer desde su infancia, y esa es la razón principal. Luego, creo que la razón más poderosa e inmediata después de ésta es el deseo de seguridad, la sensación de que hay un hermano mayor que cuidará de uno. Esto desempeña un papel muy profundo en provocar el deseo de la gente de creer en Dios.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 3ª parte



El argumento de la ley natural

Luego hay un argumento muy común derivado de la ley natural. Fue un argumento favorito durante el siglo XVIII, especialmente bajo la influencia de Sir Isaac Newton y su cosmogonía. La gente observó los planetas que giraban en torno del sol, de acuerdo con la ley de gravitación, y pensó que Dios había dado un mandato a aquellos planetas para que se moviesen así y que lo hacían por aquella razón. Aquella era, claro está, una explicación sencilla y conveniente que evitaba el buscar nuevas explicaciones de la ley de la gravitación en la forma un poco más complicada que Einstein ha introducido. Yo no me propongo dar una conferencia sobre la ley de la gravitación, de acuerdo con la interpretación de Einstein, porque eso también llevaría algún tiempo; sea como fuere, ya no se trata de la ley natural del sistema newtoniano, donde, por alguna razón que nadie podía comprender, la naturaleza actuaba de modo uniforme. Ahora sabemos que muchas cosas que considerábamos como leyes naturales son realmente convencionalismos humanos. Sabemos que incluso en las profundidades más remotas del espacio estelar la yarda sigue teniendo tres pies. Eso es, sin duda, un hecho muy notable, pero no se le puede llamar una ley natural. Y otras muchas cosas que se han considerado como leyes de la naturaleza son de esa clase. Por el contrario, cuando se tiene algún conocimiento de lo que los átomos hacen realmente, se ve que están menos sometidos a la ley de lo que se cree la gente y que las leyes que se formulan no son más que promedios estadísticos producto del azar. Hay, como es sabido, una ley según la cual en los dados sólo se obtiene el seis doble aproximadamente cada treinta y seis veces, y no consideramos eso como la prueba de que la caída de los dados esté regulada por un plan; por el contrario, si el seis doble saliera cada vez, pensaríamos que había un plan. Las leyes de la naturaleza son así en gran parte de los casos. Hay promedios estadísticos que emergen de las leyes del azar; y esto hace que la idea de la ley natural sea mucho menos impresionante de lo que era anteriormente. Y aparte de eso, que representa el momentáneo estado de la ciencia que puede cambiar mañana, la idea de qué las leyes naturales implican un legislador se debe a la confusión entre las leyes naturales y las humanas. Las leyes humanas son preceptos que le mandan a uno proceder de una manera determinada, preceptos que pueden obedecerse o no; pero las leyes naturales son una descripción de cómo ocurren realmente las cosas y, como son una mera descripción, no se puede argüir que tiene que haber alguien que les dijo que actuasen así, porque, si arguyéramos tal cosa, nos veríamos enfrentados con la pregunta «¿Por qué Dios hizo esas leyes naturales y no otras?» Si se dice que lo hizo por su propio gusto y sin ninguna razón, se hallará entonces que hay algo que no está sometido a la ley, y por lo tanto el orden de la ley natural queda interrumpido. Si se dice, como hacen muchos teólogos ortodoxos, que, en todas las leyes divinas, hay una razón de que sean ésas y no otras —la razón, claro está, de crear el mejor universo posible, aunque al mirarlo uno no lo pensaría así—; si hubo alguna razón de las leyes que dio Dios, entonces el mismo Dios estaría sometido a la ley y, por lo tanto, no hay ninguna ventaja en presentar a Dios pomo un intermediario. Realmente, se tiene una ley exterior y anterior a los edictos divinos y Dios no nos sirve porque no es el último que dicta la ley. En resumen, este argumento de la ley natural ya no tiene la fuerza que solía tener. Estoy realizando cronológicamente mi examen de los argumentos. Los argumentos usados en favor de la existencia de Dios cambian de carácter con el tiempo. Al principio, eran duros argumentos intelectuales que representaban ciertas falacias completamente definidas. Al llegar a la época moderna, se hicieron menos respetables intelectualmente y estuvieron cada vez más influidos por una especie de vaguedad moralizadora.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Debate sobre el diseño inteligente del Universo


Recientemente alguien que firma con el seudónimo de "Creo en Dios" tuvo el detalle de participar en este blog (concretamente en la entrada titulada "el Papa no lee la Biblia" donde también realiza una introducción sobre la traducción de la Biblia, por si alguien desea consultarla)y exponer sus argumentos en favor de la existencia de un diseñador inteligente del Universo. Considero que su aportación y mi respuesta merecen aparecer en un post aparte y no quedar perdidas entre los comentarios de un post antiguo y no relacionado con el tema. Dado que el objetivo principal de este blog es el debate de ideas agradezco a "Creo en Dios" su participación y agradeceré la aportación de cualquier otro interesado. "Creo en Dios" dice lo siguiente:
SUS ARGUMENTOS:

"Hola Alex, tienes razón, aunque al leer en la parte superior coloqué un “titulo” que dice: INTRODUCCION, esto quiere decir que aún no termino mi intervención. Como dije antes es más fácil decir por qué he decidido dejar de ser EVOLUCIONISTA y ser CRISTIANO y no lo contrario pues se presta solo para polémica y retorica de ambas partes, un debate tan interesante y serio como el que propones creo que bien merece tener todo el espacio que sea necesario y no solo debatir acerca de unas pocas citas que nos hablan acerca de un “Dios Sanguinario”, que está pendiente de en qué momento la raza humana se equivoca para CASTIGAR y lanzar rayos y centellas sobre esas pobres criaturas que están a expensas de él, por otra parte, no tiene sentido debatir las citas que tienes pues recuerda que TU no crees en la existencia de Dios, por tanto todo lo que se diga a favor o en contra simplemente no tendrá sentido, en cambio tú propones la demostración de la existencia de un Ser Divino y eso es precisamente lo que me propongo a partir del análisis científico, pues contrario a ti (que lo rebajas a la altura de un cuento de hadas) yo he encontrado que la Ciencia APOYA la existencia de Dios, Jehová, Yahwe, Ala, Elohin o como quieras llamarlo. Además en este caso me gusta más tu terreno, pues es, te aseguro, mucho más interesante para los que leen este blog.

Retomando el tema, para hablar acerca de la teoría de la evolución, primero debemos hablar acerca de la teoría del Big Bang (pues antes de existir el proconsul o cualquier otro homínido, debió suceder el GENESIS u origen de todo), la cual simplifica el origen del universo así: “el universo comenzó a existir luego del llamado Big Bang (‘Gran Explosión’), acontecimiento de inimaginables proporciones que dispersó un punto extraordinariamente denso, donde estaban contenidos el espacio, la materia y el tiempo. La materia y la energía resultantes de la explosión cayeron progresivamente bajo la gravedad. Se iniciaron núcleos de concentración de materia que originaron todos los cuerpos que la moderna astronomía ha logrado identificar.” ¿Qué quiere decir esto?, quiere decir que antes DEL TODO, había ALGO. Esto es muy interesante, pues llegamos al mismo punto de entrada, ¿Qué había antes, de donde salió todo, y de donde salió ese ALGO?, pero dejemos ese ALGO así y sigamos adelante, aceptemos sin preguntar tanto y analicemos lo que acabamos de ver. Con respecto al Big Bang, “al pasar el tiempo, algunas regiones ligeramente más densas de la materia casi uniformemente distribuida crecieron gravitacionalmente, haciéndose más densas, formando nubes, estrellas, galaxias y el resto de las estructuras astronómicas que actualmente se observan. Los detalles de este proceso dependen de la cantidad y tipo de materia que hay en el Universo. Los tres tipos posibles se denominan materia oscura fría, materia oscura caliente y materia bariónica. Las mejores medidas disponibles (provenientes del WMAP, La Wilkinson Microwave Anisotropy Probe es una sonda de la NASA cuya misión es estudiar el cielo y medir las diferencias de temperatura que se observan en la radiación de fondo de microondas, un remanente del Big Bang.) muestran que la forma más común de materia en el universo es la materia oscura fría. Los otros dos tipos de materia sólo representarían el 20 por ciento de la materia del Universo.

El Universo actual PARECE ESTAR DOMINADO POR UNA FORMA MISTERIOSA DE ENERGÍA conocida como energía oscura. Aproximadamente el 70 por ciento de la densidad de energía del universo actual está en esa forma. Una de las propiedades características de este componente del universo es el hecho de que provoca que la expansión del universo varíe de una relación lineal entre velocidad y distancia, haciendo que el espacio-tiempo se expanda más rápidamente que lo esperado a grandes distancias. La energía oscura toma la forma de una constante cosmológica en las ecuaciones de campo de Einstein de la relatividad general, pero los detalles de esta ecuación de estado y su relación con el modelo estándar de la física de partículas continúan siendo investigados tanto en el ámbito de la FÍSICA TEÓRICA COMO POR MEDIO DE OBSERVACIONES. MÁS MISTERIOS APARECEN CUANDO SE INVESTIGA más acerca del principio, cuando las energías de las partículas eran más altas de lo que ahora se pueden estudiar mediante experimentos. NO HAY NINGÚN MODELO FÍSICO CONVINCENTE PARA EL PRIMER 10-33 SEGUNDO DEL UNIVERSO, antes del cambio de fase que forma parte de la teoría de unificación grande. En el "primer instante", la teoría gravitacional de Einstein predice una singularidad gravitacional en donde las densidades son infinitas. Para resolver esta paradoja física, hace falta una teoría de la gravedad cuántica. La comprensión de este período de la historia del universo FIGURA ENTRE LOS MAYORES PROBLEMAS NO RESUELTOS DE LA FÍSICA.” (wikipedia.org), ahora bien, pregunto, ¿qué posibilidades hay que después de una explosión, o lo que haya sucedido en ese momento, se pueda formar por sí mismo el universo como lo conocemos, con sus galaxias, sistemas solares, planetas y lunas?, sin duda alguna la mismas posibilidades que hay que después que un huracán se pose sobre una fábrica de autos con todos los elementos necesarios para los mismos y al terminar su labor descomunal aparezca un BMW, también se debe tener en cuenta el comentario anterior que dice “Para resolver esta paradoja física, hace falta una teoría de la gravedad cuántica.”, esto quiere decir que no se puede comprobar tal Big Bang, ahora dejemos de un lado la sombra de duda y pensemos que SÍ se pudo, puede acaso un acto CASUAL crear un universo PERFECTO (sin tener en cuenta que durante el primer SEGUNDO después de la Gran Explosión, nadie sabe NADA acerca de que pasó allí), analicemos lo siguiente:

Apogeo, del griego απο (lejos de) y geo (Tierra) es el punto en una órbita elíptica alrededor de la Tierra, en el que un cuerpo se encuentra más alejado del centro de ésta. El punto opuesto, el más cercano al centro de la Tierra, se llama perigeo. Un cuerpo en órbita alrededor de la Tierra se mueve más lentamente cuando se encuentra en su apogeo debido a que, según la segunda ley de Kepler, en su recorrido por la elipse el cuerpo barre áreas iguales en el mismo tiempo.” (wikipedia.org), ¿Qué es lo que logra que el apogeo y el perigeo sea CONSTANTE?, la ley de la gravedad, esto quiere decir que si la acción de la gravedad sobre la luna no fuese lo suficientemente fuerte, la luna se escaparía de la órbita de la tierra y se formaría un cataclismo, de proporciones inimaginables, por el contrario si la acción de la gravedad fuese más fuerte de lo necesario sobre nuestro satélite natural, entonces ella se estrellaría contra la tierra o se acercaría más y eso elevaría el nivel de los mares a proporciones increíbles, ya se imaginan lo que sucedería. Por mi parte no creo que algo tan delicado como el equilibrio natural de las fuerzas de gravedad entre la tierra y la luna sea algo hecho por la casualidad, sino por la causalidad, por otra parte podemos analizar nuestro sistema solar: “Perihelio (de peri- y el griego ηλιοσ, Sol) es el punto más cercano de la órbita de un cuerpo celeste alrededor del Sol. Se representa por q. Si a es la distancia media y e la excentricidad, entonces q=a (1-e). Tal como establece la segunda de las leyes de Kepler, la velocidad de traslación del cuerpo celeste es máxima en el perihelio. A principios del mes de julio (generalmente, el día 4 de julio), en el afelio, la Tierra dista 152,6 millones de kilómetros del Sol, mientras que a comienzos de enero (también el día 4), en el perihelio o punto de su órbita más cercano al Sol, se encuentra a 147,5 millones de kilómetros del Sol. Afelio (del griego απο = lejos de, y ηλιοσ = el Sol) es el punto más alejado de la órbita de un planeta alrededor del Sol. Es el opuesto al perihelio, el punto más cercano al Sol. En los elementos orbitales, se representa por Q.

Si a es la distancia media y e la excentricidad, entonces Q=a (1+e). Tal como establece la segunda de las leyes de Kepler, la velocidad de traslación del planeta es mínima en el afelio, por lo que es máxima en el perihelio. A principios del mes de julio (generalmente, el día 4), en el afelio, la Tierra dista 151.8 millones de kilómetros del Sol, mientras que a comienzos de enero (el día 3), en el perihelio o punto de su órbita más cercano al Sol, la Tierra se encuentra a 147.5 millones de kilómetros del Sol.” (wikipedia.org), ¿pero que quiere decir todo esto?, que el movimiento CONSTANTE de traslación de la tierra, al derredor del nuestro astro rey, hace posible la vida en la tierra, las estaciones, invierno y verano y que ese movimiento está regido por COMPLEJAS Y DELICADAS ECUACIONES MATEMÁTICAS QUE NO SE PUEDEN VARIAR NI SIQUIERA UNOS CUANTOS MILÍMETROS pues de lo contrario moriríamos rostizados o moriríamos de frio intenso y eso definitivamente no puede ser un subproducto de una antiquísima explosión si no el producto de una Mano Maestra, de UN ARQUITECTO que sabe y supo siempre donde poner cada pieza de este universo para que la vida fuese posible.

Hasta aquí mi intervención con respecto al Big Bang, en una próxima oportunidad hablaré acerca de la vida en la tierra.

Cordial Saludo,

Creo en Dios

Pd: creo que ya no podrás decir que “todavía no has dicho ni una sola palabra que tenga que ver con la existencia de Dios”


MI RESPUESTA:
Antes de exponer mi respuesta, y dada la brevedad necesaria en un medio como este, te recomiendo la lectura del libro “El espejismo de Dios” de Richard Dawkins, ya que todos y cada uno de los argumentos que planteas, de sobra conocidos y de sobra superados, son rebatidos de forma minuciosa y con una consistente base científica. Concretamente el capítulo 4 - Por qué casi ciertamente no existe Dios - y si no tienes mucho tiempo te puedes limitar a los puntos “El Boeing 747 definitivo” (página 110 del documento descargable) que equivaldría al BMW de tu alegato y “El principio antrópico: versiones planetaria y cosmológica” (página 136 del documento).

Me gustaría comenzar preguntándote por qué evitas referirte a las citas bíblicas sobre un dios sanguinario, celoso, vigilante y vengativo, dado que ese era precisamente el tema del post en el que realizaste tu primer comentario ¿por qué eludir ese debate? dices que no tendría sentido dado que yo no creo en Dios. Efectivamente, no lo hago, pero esta claro que tú sí, y además en ese mismo Dios y no en otro, por lo tanto considero de gran interés conocer tu opinión al respecto.

Pero centrándonos en el tema del origen del universo. Comienzas planteando la cuestión de la existencia de un ALGO antes del Big Bang. Evidentemente para ti ese ALGO debería ser Dios, y por lo visto la existencia eterna de Dios sin principio necesario no te plantea ninguna cuestión posterior como ¿de donde surge Dios?. Pues bien, como ya decían Bertrand Russell y Carl Sagan en referencias previas aparecidas en este blog, si aceptamos que algo puede ser eterno y sin causa o principio necesario ¿por qué no otorgar esa cualidad al universo y saltarnos el paso innecesario de Dios?. Ambas hipótesis, la existencia eterna de la materia o de Dios, plantean una dificultad en común, y es que el concepto “eterno” nos resulta difícil de concebir y manejar. Sin embargo, en la hipótesis de Dios nos encontramos con una dificultad añadida, sabemos que la materia y la energía existen, las vemos o experimentamos de forma constante, sin embargo no tenemos ninguna evidencia de un ser inteligente y todopoderoso que además existe de forma eterna. Siguiendo el principio de la navaja de Occam me quedo con la hipótesis más sencilla, la del universo eterno, que hace innecesaria la inclusión de un elemento externo y considerablemente improbable. Según tu teoría existe una inteligencia sobrenatural que deliberadamente diseñó y creó el universo y todo lo que hay en él; incluyéndonos a nosotros. En este caso recurro a la réplica de Dawkins:

“Cualquier inteligencia creativa, de suficiente complejidad para diseñar cualquier cosa, llega a existir sólo como el producto final de un extendido proceso de evolución gradual. Las inteligencias creativas; al ser evolucionadas, necesariamente llegan tarde en el universo, y en consecuencia no pueden ser responsables de su diseño.”

A continuación hablaré de la supuesta perfección del universo y sus constantes físicas, aparentemente diseñadas para que exista la vida. Si las constantes físicas del universo variasen ligeramente el universo sería completamente diferente, no sabemos que tipo de materia o energía resultarían de dichos cambios ni si alguna forma de vida sería posible en tales condiciones, todo serían elucubraciones sobre algo que simplemente no podemos saber, decir que un universo distinto no sería apto para algún tipo de vida es una afirmación gratuita que presupone que la vida en la tierra es la única forma de vida posible. Evidentemente, todas las formas de vida que existan en este universo en el que estamos deber ser necesariamente las formas de vida posibles bajo las constantes físicas de dicho universo. Una vez aclarado esto, centrémonos en estas constantes.

Del modo en el que expones tu argumento uno diría que el universo se reduce al planeta tierra, su satélite y la estrella al rededor de la cual gira, digamos que es una visión un tanto simplista. En el universo en el que estamos nosotros ahora mismo, originado bajo las constantes físicas vigentes, se estima que existen cientos de miles de millones de galaxias, cada una de las cuales contiene cientos de miles de millones de estrellas, por lo que siendo prudentes podemos hablar de varios (muchos) billones de planetas. El minúsculo punto, virtualmente infinitesimal en el que tu y yo discutimos sobre Dios es uno de esos billones de puntos infinitesimales. Esas mismas constantes físicas a las que haces referencia han dado lugar a un número astronómico de condiciones distintas, planetas con órbitas que van desde las exageradamente elípticas a las casi circulares, planetas con tamaños desde gigantescos a diminutos, con temperaturas desde tremendamente altas a tremendamente bajas, muy próximos o muy distantes a su estrella de referencia, con atmósferas de una infinidad de composiciones diferentes, desde los que no tienen satélites hasta los que los tienen en gran número, etc, etc las combinaciones posibles son casi infinitas. De entre esos billones de planetas con sus billones de condiciones ambientales distintas es de esperar que un reducido número de ellos, se estima que cientos de miles de millones, presenten un ambiente amigable para la vida, en miles de millones de esos planetas aptos para la vida se habrán originado células primitivas, y algunas de esa células primitivas pueden haber evolucionado hacia células mas complejas, y de nuevo me remito a Dawkins:

“Vivimos en un planeta que es amigable a nuestro tipo de vida, y hemos visto dos razones por las cuales esto es así. Una es que la vida ha evolucionado para florecer en las condiciones proporcionadas por el planeta. Esto es debido a la selección natural. La otra razón es la antrópica. Existen miles de millones de planetas en el universo; y, sin importar cuan pequeña sea la minoría de planetas amigables a la evolución, nuestro planeta necesariamente tiene que ser uno de ellos.”

Es decir, de entre los virtualmente infinitos planetas del universo nosotros, como seres vivos evolucionados, deberemos estar necesariamente en uno de los que cumpla los requisitos ambientales para nuestro origen y evolución. Por lo tanto tus referencias a la órbita terrestre o a la órbita lunar, si bien son muy detalladas y profusas en información etimológica, muestran una visión muy reducida del universo. Los cuerpos celestes actuales y sus respectivas órbitas son el fruto de miles de millones de años dirigiéndose hacia un equilibrio, los cuerpos con la distancia y masa necesarias para precipitarse sobre la tierra ya lo hicieron hace millones de años y lo mismo pasa con los que se alejaron y acabaron precipitándose en otro cuerpo celeste a causa de su respectiva gravedad. Creo que no lo has reflexionado lo suficiente.

Para terminar citaré una referencia sobre Aristóteles que aparece en el libro de Charles Darwin “El origen de las especies”:

“La lluvia no cae más para hacer crecer la mies que para estropear el grano del labrador cuando está a la intemperie después de la trilla”

Un saludo.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 2ª parte



La existencia de Dios

Para llegar a esta cuestión sobre la existencia de Dios: se trata de una grande y seria cuestion, y si intentase tratarla de un modo adecuado debería retenerles a ustedes aquí hasta la llegada del reino, por lo que tendrán que excusarme si la abordo de un modo algo esquemático. Ustedes saben, por supuesto, que la Iglesia Católica ha establecido como dogma que la existencia de Dios puede ser probada mediante la razón pura. Es un dogma algo curioso, pero es uno de sus dogmas (El dogma dice lo siguiente “Si alguno dijere que Dios, uno y verdadero, nuestro creador y Señor, no puede ser conocido con certeza a partir de las cosas que han sido hechas, con la luz natural de la razón humana: sea anatema - destinado a la condenación eterna y excluido de los sacramentos.”). Tuvieron que introducir este dogma porque llegó un momento en el que los librepensadores adoptaron la costumbre de decir que había tantos y tantos argumentos que la mera razón alegaría contra la existencia de Dios, pero por supuesto ellos sabían por una cuestión de fe que Dios existía. Los argumentos y las razones fueron descritos en modo muy extenso, y la Iglesia Católica sentía que debía pararlo. Por lo tanto determinaron que la existencia de Dios puede ser probada mediante la razón pura y tuvieron que establecer los argumentos que según ellos lo demostraban. Hay unos cuantos, por supuesto, pero yo solo tomaré unos pocos.

Argumento cosmológico o de primera causa

Quizás el más simple y fácil de comprender es el argumento de la primera causa (Sostiene que todo lo que vemos en este mundo tiene una causa, y a medida que retrocedemos más y más lejos en la cadena de causas debemos llegar a una primera causa, y a esa primera causa le damos el nombre de Dios). Ese argumento, supongo yo, ya no tiene mucho peso hoy en día. Los filósofos y los científicos han trabajado sobre el concepto de causa y este ya no tiene la vitalidad que tenía antes; pero, a parte de eso, pueden ver que el argumento de que debe haber una primera causa no puede tener ninguna validez. Podría decir que cuando yo era joven y reflexionaba muy seriamente sobre estas cuestiones, durante mucho tiempo acepté el argumento de la primera causa, hasta que un día, con 18 años, leí la autobiografía de John Stuart Mill, y allí encontré esta frase: "mi padre me enseñó que la pregunta ¿quién me hizo? no tiene respuesta, dado que conduce inmediatamente a la siguiente cuestión ¿quién hizo a Dios?" Esa frase tan sencilla me enseñó, tal y como sigo pensando, la falacia en el argumento de la primera causa. Si todo debe tener una causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, este algo puede ser tanto el mundo como Dios, por lo que no puede haber ninguna validez en ese argumento. Es algo de la misma naturaleza que la visión hinduista de que el mundo descansa sobre un elefante y el elefante sobre una tortuga; y cuando les preguntaron "¿y que pasa con la tortuga?" los indios dijeron ¿y si cambiamos de tema?. El argumento no es realmente mejor que ese. No hay razón por la cual el mundo no haya podido surgir sin una causa; ni, por otro lado, hay ninguna razón por la cual no haya podido existir siempre. No hay razón para suponer que el mundo haya tenido un principio. La idea de que las cosas deben tener un principio se debe realmente a la pobreza de nuestra imaginación. Por lo tanto, quizás, no necesito perder más tiempo en el argumento de la primera causa.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Por qué no soy cristiano, por Bertrand Russell (1927) - 1ª parte


POR QUÉ NO SOY CRISTIANO

El tema del que voy a hablarles esta noche es de por qué no soy cristiano. Quizás debería, en primer lugar, intentar establecer que quiere uno decir con la palabra cristiano. Esta es utilizada hoy en día en un sentido muy impreciso por un gran número de gente. Algunas personas se refieren con ella simplemente a una persona que intenta vivir una buena vida. En ese caso supongo que habría cristianos en todas las sectas y credos; pero no creo que ese sea el significado correcto de la palabra, aunque solo sea porque eso implicaría que toda la gente que no es cristiana - todos los budistas, confucionistas, musulmanes, etc - no intentan vivir una buena vida. Yo no me refiero con "cristiano" a cualquier persona que procure vivir decentemente según su propio criterio. Yo pienso que debes tener un cierto número de creencias definidas antes de poder llamarte a ti mismo cristiano. La palabra ya no tiene un significado tan preciso ahora como el que tenía en la época de San Agustín y Santo Tomás de Aquino. En aquellos días, si un hombre decía que era cristiano se sabía lo que quería decir. Aceptabas un completo conjunto de creencias establecidas con gran precisión, y creías en todas y cada una de las sílabas de ese credo con total convicción.

¿Qué es un cristiano?

Actualmente ya no es así. Debemos ser un poco mas imprecisos al referirnos al cristianismo. Creo, sin embargo, que hay dos elementos diferentes que son esenciales para cualquiera que se considere cristiano. el primero es de naturaleza dogmática - específicamente, que debe creer en dios y en la inmortalidad. Si no cree en esas dos cosas no considero que pueda llamarse cristiano. Además de eso, como su propio nombre indica, usted debe tener algún tipo de creencia sobre Cristo. Los musulmanes, por ejemplo, también creen en dios y en la inmortalidad, y sin embargo no se llamarían a si mismos cristianos. Creo que debe tener como mínimo la creencia de que Cristo era, si no divino, al menos el mejor y el más sabio de los hombres. Si no va usted a creer en Cristo hasta ese punto no creo que tenga ningún derecho a denominarse cristiano. Por supuesto, hay otro significado, que pueden encontrar en el Almanaque Whitaker y en libros de geografía, donde se dice que la población del mundo se divide entre cristianos, musulmanes, budistas, idólatras y otros; y en ese sentido todos nosotros somos cristianos. Los libros de geografía nos incluyen a todos nosotros, pero ese es un sentido puramente geográfico que supongo que podemos ignorar. Por lo tanto, considero que cuando les digo por qué no soy cristiano debo decirles dos cosas diferentes; por qué no creo en dios ni en la inmortalidad; y secundariamente, por qué no creo que Cristo fuese el mejor y más sabio de los hombres, aunque le otorgo un grado muy alto de bondad moral.

Pero por los exitosos esfuerzos de los no creyentes en el pasado, no podría tomar una definición tan elástica del cristianismo como esa. Como he dicho antes, esa palabra tenía antaño un significado mucho más específico. Por ejemplo, incluía la creencia en el infierno. Creer en la eterna llama del infierno era un elemento esencial en el credo cristiano hasta hace muy poco. En este país (Gran Bretaña), como ustedes saben, creer en el infierno dejó de ser un elemento esencial gracias a una decisión del Consejo Privado, a la que se opusieron el arzobispo de Canterbury y el arzobispo de York; sin embargo en este país nuestra religión es establecida por ley parlamentaria, y por lo tanto el Consejo Privado fue capaz de modificar sus Gracias y el infierno dejo de ser necesario para los cristianos. Consecuentemente no insistiré en que un cristiano debe creer en el infierno.

martes, 1 de septiembre de 2009

Ludwig Feuerbach (Filósofo alemán)


"La creencia en la vida celestial es la creencia en la inutilidad e insignificancia de esta vida."