viernes, 22 de abril de 2011

Conferencia de Sam Harris sobre religión - Parte II



Hemos asumido esa idea de que todos debemos respetar las creencias religiosas de otras personas, tu vecino tiene el derecho de creer cualquier cosa que quiera acerca de Dios o de la estructura moral del universo, tiene derecho a creer lo que quiera sobre lo que sucede después de la muerte y deberías respetar esas creencias por el mero hecho de que él cree en ellas.

¿En que otro ámbito nos guiamos por estas normas? ¿Cuando fue la última vez que alguno de los presentes fue advertido sobre el deber de respetar las creencias de otra persona sobre historia o geografía o ingeniería o medicina? No respetamos las creencias de los demás, evaluamos sus razones, si mis razones son suficientemente buenas creerás lo que yo creo, eso es lo que solía ser un ser humano racional, los razonamientos son contagiosos. Si yo subo a este atril y digo que el holocausto nunca ocurrió, ninguno se sentiría en la obligación de respetar esa creencia, del mismo modo que no respetamos la creencia de que Elvis sigue vivo ni las locas peregrinaciones a Graceland. Estas personas no son invitadas a formar parte de nuestras juntas directivas, no llegan a ser rectores de las universidades. Esa discriminación no importa, parece bien excepto si el argumento sobre el que se discute es Dios, entonces la norma ya no sirve, se acepta que uno puede estar absolutamente seguro de algo con cero evidencias, y debe ser respetado, es un tabú forzar una conversación crítica sobre esas creencias.

Lo que estoy defendiendo, lo que defiendo en mi libro, es que existe una forma de intolerancia conversacional. No necesitamos nuevas leyes, no necesitamos leyes contra los que niegan el holocausto. Todo  lo que necesitamos es un cierto nivel de honestidad intelectual. Donde la gente que afirma estar convencida de algo sobre lo que no existe ninguna certeza pueda ser cuestionada. Esto se llevaría a cabo si tratásemos a todo el que habla de Dios en el Senado como si estuviese hablando de Poseidón. Solo imaginad, imaginad que tenemos todos estos huracanes en el golfo y a algún senador se le ocurre decir que deberíamos estar rezando a Poseidón, al fin y al cabo se trata de un tema bajo su jurisdicción, es el océano el que reclama nuestras ciudades. Evidentemente ese sería el final de la carrera política de esta persona. No es como cuando en el siglo III alguien descubrió que el dios de la Biblia existe pero no existe Poseidón, las dos afirmaciones tienen un estatus similar.

Sí hay un conflicto entre religión y ciencia. Muchos de nosotros, muchos científicos, hemos obviado este conflicto, no pocos miembros de la Academia Nacional de Ciencias, nuestros científicos más prestigiosos, han afirmado que no hay conflicto, que la religión y la ciencia plantean preguntas distintas y representan formas distintas de conocimiento. Pues bien, la religión y la ciencia no plantean preguntas distintas y no representan distintas formas de conocimiento. Todas las religiones hacen afirmaciones sobre como es el mundo. Si Jesús bajara de las nubes, como un superheroe, el cristianismo resultaría ser una ciencia, existiría la ciencia del cristianismo, todo cristiano podría decir "os lo dije, aquí esta, mirad sus poderes mágicos"y observando esos poderes mágicos bastarían muy pocos minutos para convencer a cualquier científico de la veracidad del cristianismo.

Tomemos esta idea de que ciencia y religión son compatibles y plantean preguntas distintas y apliquémosla al debate actual sobre la investigación con células madre. Desde el punto de vista biológico la investigación con células madre es uno de los campos mas prometedores en el desarrollo de terapias médicas para gran cantidad de enfermedades. Hay literalmente decenas de millones de personas, en nuestro propio país, sufriendo por diabetes, lesiones en la espina dorsal, Parkinson, grandes quemaduras.. y hasta donde nosotros sabemos, cualquier biólogo dirá que la investigación con células madre es el camino que debemos seguir, y sin embargo no se está financiando a nivel federal. El problema, desde el punto de vista religioso, es que debemos destruir embriones humanos de 3 días para llevar a cabo esta investigación. Y el debate ético termina ahí, simplemente se afirma desde un punto de vista religioso que un embrión de 3 días tiene alma. Tenemos almas en la placa Petri, tenemos almas en la niña con diabetes ¿quién puede evaluar el interés de un alma sobre la otra?

Nunca debemos entrar a considerar los detalles porque la fe simplemente detiene el debate, debemos respetar la proposición basada en la fe, que la vida comienza en el momento de la concepción, sea lo que sea que eso signifique. Hablemos de los detalles por un segundo, quizás suenas aterrador destruir embriones humanos, un embrión humano de 3 días es un grupo de 150 células dispuestas en una esfera. No hay cerebro, no hay sistema nervioso... tal vez 150 células parecen muchas pero hay cientos de miles de células en el cerebro de una mosca. Las moscas tienen cerebro, tienen neuronas, sus neuronas son muy parecidas a las nuestras. Si sabemos algo acerca de la relación entre la complejidad física y la capacidad para tener experiencias, para tener intereses... entonces producimos mucho más sufrimiento cada vez que aplastamos una mosca que cada vez que destruimos un embrión de 3 días.

No basta con decir que son seres humanos en potencia. Dados los avances en ingeniería genética, cualquier células del cuerpo humano con un núcleo es un ser humano en potencia sometiéndola a la manipulación adecuada. Cada vez que el presidente se rasca la nariz está implicado en un holocausto de seres humanos en potencia. Tomemos la idea de que hay almas en estos embriones, bien, los embriones en esta fase del desarrollo pueden dividirse (artificialmente) y dar lugar a gemelos ¿entonces que pasa? ¿que un alma se convierte en dos almas?. Los embriones, incluso en etapas posteriores, pueden fusionarse y dar lugar a lo que  llamamos quimeras, a un solo individuo, así que tenemos dos almas fundiéndose en un solo alma. La aritmética de las almas no tiene ningún sentido. Nadie se ha visto en la necesidad de darle un sentido porque la fe manda en las discusiones éticas.

Lo que estoy defendiendo, y lo que defiendo en mi libro, es que tanto si tienes buenas razones para lo que crees como si no, si tienes buenas razones, lo que crees forma parte del ámbito general de la racionalidad científica, sin distinguir entre categorías científicas, esto incluye la historia, incluyes cualquier discurso intelectual en el que la gente presenta evidencias honestas y busca evidencias. La religión es el único área de nuestra vida en la que no tener evidencias, o tener argumentos débiles, es a menudo considerado como algo más noble, basar lo que creemos en la fe en lugar de la razón... es como la historia del apóstol Tomás, que duda.

Dándose cuenta de esta confrontación entre ciencia y religión, entre fe y razón, muchos se han convertido en lo que hoy llamamos "religiosos moderados". La moderación religiosa es el tipo de religión que resulta aceptable para mucha gente que de otro modo sería rigurosamente honesta en términos intelectuales. En mi libro critico la moderación religiosa de forma bastante severa, y es de hecho uno de los aspectos mas controvertidos de mi libro. Quiero tratar mi argumentación en este sentido brevemente porque ha levantado algunas ampollas. Lo primero que quiero decir es que la moderación religiosa es mejor que el fundamentalísimo, sobre eso no hay duda, los moderados no estrellan aviones sobre edificios, los religiosos moderados no organizan su vida en base a profecías apocalípticas, y eso es muy bueno. Pero la moderación religiosa tiene algunos problemas reales, el primero es que da cobertura al fundamentalismo, porque los moderados han hecho que criticar la fe sea un tabú, quieren que la fe se respete, que todo lo que conlleva el ser religioso, el identificarse con ser cristianos, musulmán o judío sea respetado.

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